Ahora que llega el verano y las altas temperaturas, debemos prestar especial atención a la importancia de mantenernos bien hidratados ya que la pérdida de líquidos corporales es mayor a través de de la orina, la sudoración, las heces o la respiración y esto nos puede llevar a un estado de deshidratación.
Con la llegada de las altas temperaturas, el cuerpo suda más para regular su temperatura. Como resultado de esta sudoración, el cuerpo se enfría pero como también pierde más líquidos que si no se reponen de forma adecuada pueden dar lugar a un estado de deshidratación de la persona. Para evitar esto, es necesario reponer estos líquidos, bebiendo más agua u otro tipo de líquidos o ingiriendo alimentos ricos en agua (p.e. frutas y verduras).
La principal función de estos líquidos corporales es el transporte de nutrientes a las células y la termorregulación aunque también contribuyen a una buena digestión, a un mejor estado de la piel y a mantener un aspecto saludable, en general.
El agua representa casi el 60% del peso corporal en un hombre, el 50% del peso corporal en una mujer y el 75% del peso corporal en un niño, lo que da una idea de la importancia que tiene para el correcto funcionamiento del organismo, y a medida que vamos creciendo el porcentaje de agua en nuestro cuerpo va disminuyendo, es decir, nos vamos secando.
A la hora de rehidratarse, los alimentos cubren el 20% de las necesidades y las bebidas el otro 80%, aproximadamente. En condiciones normales, las necesidades de ingesta de agua y líquidos oscilan entre los 2 – 3 litros, aunque son algo menores en niños y mayores (1,5 – 2 litros respectivamente).
Como siempre, nuestro organismo esta dotado de un sistema de aviso que nos indica que hemos perdido un exceso de líquidos y que debemos rehidratarnos, ese mecanismo es lo que comúnmente conocemos como la sensación de sed, aunque los expertos recomiendan no esperar a tener sed para beber líquidos sino hacerlo de forma continuada a lo largo de la jornada ya que, si lo hacemos en demasía, el propio organismo eliminará el exceso de líquidos mediante la orina. Además, en el caso de los mayores hay que estar especialmente atentos a su rehidratación ya que a partir de los 60 años se pierde la percepción de la sed y tienen más predisposición a deshidratarse.
¿Cómo detectamos la deshidratación?
Para ayudarnos a detectar esa deshidratación, el cuerpo nos informa de su estado mediante unos síntomas fácilmente reconocibles:
- Cansancio
- Dolor de cabeza
- Calambres
- Náuseas
- Aumento del ritmo cardiaco
- Malestar general
Para evitar la aparición de estos síntomas es importante seguir ciertas pautas o consejos para mantener una adecuada hidratación corporal, entre otros,
- Beber entre dos y tres litros de líquido repartidos a lo largo del día, tanto agua como zumos, caldos, batidos, refrescos, infusiones…
- Comer frutas y verduras que contienen un mayor % de agua que las carnes o los pescados.
- Evitar salir en las horas de máximo calor. De doce a cuatro lo mejor es permanecer a la sombra, o en lugares frescos y ventilados.
- Aumentar la ingesta de líquidos si practicáis algún deporte o realizáis algún esfuerzo físico.
- Disminuir la ingesta de bebidas con contenido alcohólico, café y té por que tienen un efecto deshidratante.
Además de evitar la deshidratación, al ingesta de agua y líquidos aporta otros beneficios,
- Mejor funcionamiento de nuestros órganos corporales (riñón, hígado, corazón, estómago, etc.).
- Mayor eliminación de toxinas corporales mediante la orina y la sudoración.
- Al orinar más, también se reducen las posibilidades de sufrir infecciones urinarias, y de que se formen arenillas o cálculos en el riñón.
- Mejorar la motilidad intestinal, previniendo el estreñimiento.
- Evitar la aparición de hemorroides por esfuerzo o heridas por laceración, ya que, las heces son más blandas y esponjosas y, por lo tanto, más fáciles de expulsar.
- Mejorar la distribución de nutrientes por el organismo.
- Mejor estado y aspecto de la piel.